La vista desde la carretera de Pals es inconfundible, la Torre de les Hores hace de insignia imperdible de esta bonita villa medieval.
Perderse por sus callejuelas y descubrir sus encantadores rincones ha sido una de las tareas pendientes que he tachado de mi lista de imprescindibles este año. En otras ocasiones había visitado Pals, pero de noche. La última vez fue el pasado año, tras disfrutar del White Summer Festival que se celebra en els Masos de Pals, recordáis?
Pals es el espejo de los tres núcleos que la forman, la villa medieval, la Platja de Pals (familiar y muy activa en cuanto a servicios se refiere); y una serie de casonas situadas entre la villa y la playa que forman Els Masos de Pals.
Catalogada como città slow , hablar de Pals es hablar de su autenticidad preservada por sus habitantes, de la tranquilidad de sus calles, de su famoso arroz (famosa es la plantada del arroz que se celebra en este mes), de leyendas e historia (como la que asocia a Cristobal Colon a esta villa), en definitiva, de pura esencia empordanesa y mediterranea.
El escritor Josep Pla, enamorado de esta villa que sirvió de inspiración en muchas de sus obras decía de Pals…
“Pals no merece una visita, sino cien visitas, porque su ubicación ofrece la posibilidad de ver uno de los paisajes más bellos e inolvidables del país”
Alba